Durante los últimos años, y especialmente a raíz de la excesiva intervención del Estado venezolano en distintos asuntos que en la mayoría de los países del mundo estaría generalmente reservado a la actividad de los particulares, se ha discutido sobre el papel que debe jugar un Estado, y muchos de los que critican al gobierno del Presidente Hugo Chávez, sencillamente creen que la solución es que el Estado se abstenga de regular o controlar cualquier actividad privada.
Sin embargo, considero que el cualquier Estado debe jugar un papel regulador de gran importancia, precisamente porque la experiencia nos ha enseñado que sin una normativa legal adecuada, y un órgano estadal responsable que vigile el cumplimiento de esa normativa, muchos particulares aprovechan para abusar del libre comercio, y en sus propias balanzas, anteponen los ingresos económicos al bienestar de los ciudadanos, y en algunos casos, hasta sus vidas.
A los fines de explicar esta tesis, es conveniente traer como ejemplo lo ocurrido en Estados Unidos con el medicamento conocido popularmente con el nombre de Avandia, cuyo principal compuesto químico es rosiglitazone.
En noviembre de 1998, la compañía de fármacos Smithkline Beecham, la cual posteriormente se fusionaría con Glaxo Wellcome para pasarse a llamar GlaxoSmithKline, presentó a la Agencia de Alimentos y Medicamentos del gobierno de Estados Unidos, una aplicación para comercializar Avandia. Recordemos que la Agencia de Alimentos y Medicamentos es una agencia federal del gobierno de los Estados Unidos, la cual es responsable de principalmente, la regulación de alimentos y medicamentos que son puestos a la venta en ese país.
Este compuesto químico conocido bajo el nombre de rosiglitazone era en aquel momento una nueva clase de medicamento para luchar contra la diabetes, y que en ensayos preliminares estaba demostrando tener importantes efectos para controlar la cantidad de azúcar en la sangre de los pacientes. No obstante, la agencia federal, al estudiar la aplicación, encontró indicios de evidencia recurrente de importantes efectos secundarios, ya que las personas en las cuales la droga había sido probada estaban sufriendo mayores problemas cardíacos, así como un aumento del colesterol malo, con respecto a los otros pacientes de la muestra que estaban simplemente tomando un placebo.
Un año más tarde, 1999, la compañía que últimamente pasaría a ser GlaxoSmithKline le envió la propuesta final a la Agencia de Alimentos y Medicamentos, solicitando que Avandia (nombre comercial del rosiglitazone), no fuera sometido a rigurosos exámenes de seguridad, y que fuera aprobada lo más rápido posible para su comercialización. Por lo tanto, la empresa, en vez de enfocarse en averiguar detalladamente si efectivamente Avandia representaba un riesgo para el sistema cardiovascular de aquellas personas a las cuales les fuera medicada, se concentraba netamente en tratar de poner lo más rápido posible el producto en la calle, claro está, en búsqueda de un pronto beneficio económico.
La droga fue finalmente aprobada, y para el año 2004, la comercialización de únicamente Avandia le estaba reportando a GlaxoSmithKline beneficios por más de 1.5 billones de dólares al año, y esta cifra únicamente incluye los beneficios adquiridos en Estados Unidos. Sin embargo, a medida que la droga era utilizada por más y más pacientes que sufrían de diabetes, la evidencia del riesgo cardiovascular que la medicina poseía se hacía cada vez más evidente. Este evidente riesgo de Avandia sobre sus pacientes permanecía totalmente desconocido para el público en general, por lo que los pacientes no conocían que al tomar una pastilla del famoso medicamento estaban aumentando sus posibilidades de sufrir un accidente cardiovascular entre un 29 y 31%.
Por suerte, en el año 2007, GlaxoSmithKline, como parte de un acuerdo con el estado de Nueva York, se vio obligado a publicar en Internet todos los estudios clínicos que había realizado durante los últimos años. Con estas cifras públicas, un cardiólogo de una Clínica en Cleveland realizó una evaluación de todos los datos que habían sido revelados por la empresa en relación a los resultados de las pruebas del medicamento en distintas personas. Al concluir esta investigación, el doctor demostró lo que la empresa y también la Agencia de Alimentos y Medicamentos ya sabían: Un paciente que tomaba Avandia recurrentemente, tenía un 43% más de posibilidades de tener un accidente cardiovascular que una persona que estaba tomando otro medicamento o un placebo.
Sin embargo, la empresa se dedicó firmemente a tratar de convencer al órgano regulador que esa evidencia sobre los efectos secundarios de Avandia era inconclusa, puesto que una revocación de la licencia para comercializar la droga hubiera afectado las ganancias de más de 3 billones de dólares al año que estaba recibiendo GlaxoSmithKline para ese momento. Por su parte, investigaciones recientes han revelado que el jefe del departamento de investigación, había enviado varios correos electrónicos al jefe del departamento médico de la empresa privada advirtiéndole que los pacientes que utilizaban Avandia tenían de un 30 a un 43% más de posibilidad de sufrir un accidente cardíaco.
Pero GlaxoSmithKline se movió sigilosamente para presentarle todo tipo de evidencias a la Agencia de Alimentos y Medicamentos y luego de meses de deliberación en el órgano estatal, la droga fue finalmente aprobada para seguir siendo comercializada.
Este escenario demuestra que la industria de los medicamentos está decidida a hacer absolutamente todo lo necesario incluso para defraudar a un órgano del Estado con la finalidad de comercializar un producto que, aunque usted no lo crea, puede aumentar hasta en un 40% sus posibilidades de fallecer. Durante las últimas décadas, han sido varios los medicamentos que han sido removidos del mercado por sus mortales efectos secundarios, lo que no solamente demuestra una incompetencia total del órgano regulador, sino también una intención clara de defraudar por parte de la industria de los medicamentos, todo con el objetivo, suponemos, de recuperar el dinero invertido en la investigación de un nuevo medicamento.
En junio de este año, un funcionario de la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos publicó un artículo revelando que 47.000 diabéticos que habían consumido Avandia habían sufrido un accidente cardiovascular. Una investigación reciente del Congreso de Estados Unidos, llegó a la conclusión de que GlaxoSmithKline había ocultado evidencia de los riesgos que el medicamento involucraba con el objeto de obtener la licencia. Esa misma investigación demostró también que la Agencia de Alimentos y Medicamentos sabía del riesgo mucho antes de que se lo informó a la colectividad estadounidense.
Las implicaciones legales de un caso como este son obvias, y la posibilidad jurídica de demandar a GlaxoSmithKline ya está siendo estudiada por un comité del Congreso. La compañía ya ha reservado 3.5 billones de dólares de su presupuesto para ser gastado en disputas legales, y además, ya ha ofrecido pagar más de 460 millones de dólares para llegar a un acuerdo con los familiares de las víctimas de Avandia.
Resulta obvio que en este caso no solamente ha habido un actuar negligente de la compañía sino también del órgano regulador, principalmente porque dicho órgano tendrá que empezar a forzar a las empresas a ser más transparentes en las investigaciones que llevan a cabo, para así proteger el interés público para que el actuar de la industria de los medicamentos sea honesto.
Luego de revisar un caso como este, yo creo que son pocos los que todavía se plantean como conveniente una absoluta falta de regulación por parte del Estado con respecto a la actividad de los particulares, como nos ha enseñado también la reciente crisis financiera. Lamentablemente, el ejercicio de la libertad lleva a que los particulares cometan abusos y es absolutamente necesario que exista un órgano que vigile el actuar de los particulares en beneficio del interés general, más aún cuando la actividad de ese particular puede poner en riesgo la vida del resto de la colectividad. Para los que todavía creen que las empresas no deben estar sujetas a controles, los invito a que se imaginen cuántas personas más hubieran muerto si GlaxoSmithKline y los efectos secundarios de Avandia nunca hubiera sido descubiertos.
1 comment:
Hola, te he citado en uno de los blogs que tengo, espero que no te molestes, te he añadido como fuente, osea, no se han infringido los derechos de autor loooll!
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