Nació el 11 de diciembre de 1931 en Massachusetts, Estados Unidos. Luego de educarse en un colegió público en Providence, Rhode Island, consiguió una beca para estudiar filosofía en la Universidad de Harvard, en donde siempre obtuvo las mejores notas.
Posteriormente, se trasladó a la Universidad de Oxford, en donde estudió derecho, consiguiendo también notas impecables. Una vez que culminó sus estudios en Oxford, regresó a Harvard, esta vez para estudiar derecho, aunque siempre mantuvo una especial debilidad por la filosofía.
Ya graduado, trabajó como asistente para un juez federal en Estados Unidos, teniendo tanto éxito que le ofrecieron trabajar como asistente del Magistrado de la Corte Suprema de Estados Unidos Felix Frankfurter, oferta que declinó para trabajar como asociado en la firma de Wall Street Sullivan & Cromwell.
Sin embargo, fue su primera esposa, Betsy Ross, la que lo llevó a comenzar su carrera como profesor, al enviarle un telegrama poniéndole un ultimátum debido a todo el tiempo que pasaba viajando por su trabajo como asociado en Sullivan & Cromwell.
Accediendo a la petición de su esposa, renunció de dicha firma de abogados, para formar a ser parte del cuerpo de profesores de derecho de la Universidad de Oxford y años después de la Universidad de Yale y la Universidad de Nueva York.
Su amplia educación y excelente capacidad de análisis lo llevó, siendo un profesor joven, a enfrentar y criticar abiertamente las teorías de H.L.A. Hart, el padre del positivismo legal que también daba clases en Oxford.
Dicha crítica la expuso detalladamente en su primer libro Los derechos en serio, publicado por primera vez en el año 1977 y en donde presentó no sólo críticas al positivismo legal de Hart, sino también a John Rawls, otro filósofo del derecho pero la Universidad de Harvard.
Sus enfrentamientos y discusiones con otros estudiosos del derecho no afectaron las buenas relaciones y la estima de la comunidad jurídica por sus conocimientos, tanto así que Hart, al momento de retirarse de la Universidad de Oxford, propuso a Dworkin para que le sucediera como profesor de jurisprudencia en dicha Universidad.
Los libros que publicó han sido muy influentes en las facultades de derecho de los Estados Unidos, así como también en Latinoamérica. La pieza central de su pensamiento es darle preponderancia a los derechos sobre la ley formal en casos controversiales. Al considerar la labor judicial, criticó la tesis tradicional de que los jueces deben limitarse a la aplicación del derecho, así como también la tesis liberal de que los jueces deben buscar mejorar la sociedad. Para él, la labor del juez debe ser defender los principios morales, tanto individuales como colectivos.
Además de Los derechos en serio, entre sus libros destacan: Una cuestión de principios (1985), sobre las fuentes del derecho; El Imperio de la Justicia (1986); La justicia con toga (2006) y su último aporte, Justicia para erizos, publicado apenas en el año 2011.
Siempre controversial por su participación en debate álgidos sobre cómo debía tratar el derecho cuestiones como el aborto, la eutanasia y la igualdad entre los ciudadanos, su gran legado fue poner a la dignidad humana en el centro del sistema moral, tanto para los jueces como para los ciudadanos comunes. En su último libro, sentenció: “Si somos capaces de llevar adelante una buena vida, convertimos nuestras vidas en diamantes diminutos que pueden encontrarse en las arenas del universo”.
Ese era Ronald Dworkin, filósofo del derecho, quien falleció el 14 de febrero de 2013 a causa de una leucemia.
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